oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

viernes, 20 de abril de 2012

Juana, La Corsetería y Madrid en Abril

Ayer llegué a Madrid. Primera parada La Corsetería, el Nuevo Teatro Fronterizo que el empuje apasionado de Sanchis y un equipo de gente joven y maravillosa están haciendo realidad. Un año de realidad que va ha ser premiado con un Max. Voy por la calle Cabeza con mi maletita cantando el run run del asfalto. Y allí está, esquinero, bajo la custodia del metro de Tirso de Molina (un dramaturgo amparado el radio de creatividad de su barrio), sencillo, con su aire de estar en construcción, con su vocación inscrita en folletos: un teatro de resistencia.

Primeros abrazos a mi buena amiga Margarita Reiz, la directora que, en su día se enamoró del texto de Juana, tras un ciclo de lecturas dramatizadas y que después lo llevó a escena. Abrazo a Julián, conozco a Ana, que parece ser alma y sustancia de la casa, con su simpatía y su vitalidad. Ya hay un montón de trastos y atrezzos circulando por el pasillo.

Mientras ellos trabajan para que esta noche todo sea perfecto, yo me voy con mi amigo Ignacio de paseo. Y disfruto de esas calles que me traen tantos recuerdos, de la lluvia que nos cae de improviso, de refugiarnos en un café, de la charla, de un jardín encontrado por casualidad, de las cañas a 1 euro, de las cuestas que suben y las calles en retorta y vericueto, y de esa euforia que me va subiendo, tan mía, tan especial, de sentir los pasos de Lope y Cervantes y Calderón y toda esa picaresca y hojarasca y latido y ruido de coches de caballos, y otra vez la lluvia que me confunde superponiendo paisajes y trayéndome a una Eva muy joven que corre por la calle mayor en dirección a la RESAD, o se pierde siempre y yo ahora me pierdo con ella hasta encontrar el callejón del Gato, y a reírnos, a mirarnos en los espejos del esperpento.

A la noche reencuentro con tantas mujeres artistas, abrazos, recuerdos. Las Marías Guerreras están celebrando sus diez años de luchar las tablas. El primer y el último espectáculo comparten una tarima mínima. Luego las autoras hablan de su experiencia, preguntamos, dialogamos, tomamos vino y patatas fritas. Todo es íntimo, familiar. Que a gusto estamos.

Hoy Juana vuelve a escenificarse, algunos fragmentos de Juana volverán a encarnarse,a jugarse en esa tarima mínima. Seguir creciendo en cuerpos escénicos de tamaño pequeño, no importa, la palabra toma todo el espacio del mundo, con suerte llega al espacio más importante, más rico e infinito, al corazón del espectador.

Esta noche. Y luego yo subiré, hablaré de mi experiencia. Volveré a conectar con todo aquel largo, intenso proceso. Alguien preguntará, entablaremos un diálogo, beberemos vino, comeremos patatas fritas. Y la noche de Madrid, los pasos perdidos y encontrados de tantas ilusiones, que nunca duermen y sin embargo...sueñan.