oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

martes, 26 de marzo de 2013

ELS JOGLARS Y EL COLOQUIO DE LOS PERROS


Todavía era febrero cuando subimos a ver a Els Joglars a su fantástica cúpula en Pruit. La nieve y la ventisca habían dejado muy hermosa la montaña.

vista desde la entrada de la Cúpula, en Pruit. El camino de entrada a los ensayos. foto E. Hibernia


Después de 50 años de compañía Els Joglars inicia un nuevo giro y andadura apoyándose en su querido y ya trabajado Miguel de Cervantes. De él toman El coloquio de los perros para crear una "pieza joyita". Entre las novedades está la dirección del espectáculo asumida por Ramon Fontserè, quien también interpreta al perro filósofo Cipión.

Son las diez de la mañana y las estufas dentro de la cúpula chutan a todo gas. Ramon, Pilar, Dolors y Xavi están mirando cómo resolver mejor la limpieza de movimientos en una de las escenas finales. Con paciencia de artesanos la repiten una y otra vez. Ramon, desde la silla de dirección está al cien por cien tanto en la concentración con que como director mira la escena como en las réplicas que como actor les está dando a sus compañeros. Me admira la energía y la presencia con que se sitúa a ambos lados.

A lo largo de los ratos que pase en la cúpula voy a disfrutar del placer de ver trabajar a este equipo de manera tan fina, tan meticulosa, poniéndolo todo cada vez que pasan por enésima vez sobre un minuto de espectáculo que no acaba de convencer a su director. A estas alturas ya hacen un pase diario de la función, sin embargo todavía hay espacio para la creación, para la generosidad entre compañeros que bulle con esa alegría lúdica que tiene que ser inherente al teatro.

Ramon da un plazo para que los actores terminen de calentar y se meten de lleno en el pase. Frente al escenario queda la mirada atenta de Martina Cabanas, quien hace la ayudantía de dirección y firma la dramaturgia junto a Albert Boadella y Fontserè. Descubro en Martina a una "todoterreno" con una gran capacidad de escucha y trabajo.

Pilar Sáenz y Ramon Fontserè como Berganza y Cipión. Dolors Tuneu y Xavi Sais como Tina, la pija, y el doctor castrador...
Foto Rubén Ibarreta


En el pase voy asistiendo a un montaje que apuesta por la esencia de la convención teatral, por la magia de hacer de lo poco, mucho, muchísimo. Con una de las escenografías más sobrias que se puedan imaginar se nos va desgranando una historia que pasa por diversos lugares, peripecias y personajes. El trabajo de dramaturgia ha sabido aunar de manera convincente el lenguaje de Cervantes, asumido por los dos perros parlanchines, Berganza – Pilar Sáenz y Cipión- Ramon Fontserè, con un lenguaje más actual y accesible puesto en boca del entrañable guardián de la perrera (Xevi Vilà) y los diversos personajes que pasan por la vida de estos dos perros. Estos personajes, al ser una memoria, un tiempo pasado, son diferenciados del tiempo presente por medio de un trabajo actoral desde la máscara y la Comedia del Arte. Los actores Dolors Tuneu y Xavi Sais se reparten un buen número de personajes, unos humanos, otros perros compañeros de perrera.

Todo el montaje es una apuesta por el valor de lo puramente teatral, del juego y la convención por encima del realismo: la descontextualización de objetos, la plasticidad de los cuerpos y la palabra, el espacio vacío como posibilidad infinita. El montaje fluye desde una aparente sencillez que conlleva un ímprobo trabajo, muchos descartes y una sabiduría del ritmo que está fraguada en años de experiencia.

Me llega El coloquio de los perros como una obra de risa suave, persistente. Cabalga ligera y atrapa la atención. Hay momentos que podrían explotarse hasta el desternillamiento porque son todos unos magníficos actores que manejan la comedia como nadie, pero el pulso del coloquio conmina a seguir ligeros, al galope, de historia en historia.

Manolo, el guardián de la perrera, es interpretado por Xevi Vilà. su escucha y su asombro guían a la escucha y al asombro del público.
Foto Rubén Ibarreta


Acaba el pase y el equipo se reúne cerca de una estufa para pasar notas. Yo deambulo por el espacio, me voy fijando en pequeñas cosas, en el vestuario colgado de las “burras” a ambos lados del escenario, en el mundo de cosas de detrás del gran banco que preside la escenografía, en lo quietos que se quedan los zapatos una vez que se quedan sin pies y sin excusa de caminos. Pienso también en que Els Joglars ha sabido cumplir un deseo que yo tenía cuando era jovencita y soñaba con dedicarme al teatro, el ser capaz de reunir una compañía y una estructura e infraestructura de trabajo que permitiera la creación libre. Hoy, con este 50 + 1 que es El coloquio… se suma a ese valor conseguido a través de años de investigar y crear la audacia de enfrentar estos difíciles tiempos ofreciendo un trabajo clásico y contemporáneo a la vez, esencial e imaginativo. Pocas son las compañías que se permiten y defienden un espacio de creación y ensayos de tres meses a jornada completa, pero las consecuencias de esa pasión y respeto por su trabajo brillan en el escenario.

Rubén Ibarreta ha recogido dos días de seguimiento atento a los ensayos y devenir de la compañía en sus cámaras. Una muestra del trabajo se puede ver en ENSAYANDO EL COLOQUIO. Cuando me enseña el recorrido por las fotos hay una de ellas que comentamos con igual emoción. Pilar, Ramón y Dolors, en el camino de nieve, tras cerrar la cúpula y un día de trabajo. Los primeros en abrir, los últimos en marcharse. Un momento fuera del escenario que habla de perseverancia y  valor.

Y ya era marzo cuando fuimos a Torelló a ver un ensayo general con público. Trescientas personas disfrutamos de lo lindo, y al acabar, en el vestíbulo, se escuchaba la misma profecía en cada corrillo: será un éxito. Así que eso espero, ¡feliz éxito, feliz Pavón y feliz y larga gira!

* Els Joglars estrenan El coloquio de los perros el miércoles 27 en el Teatro Pavón de Madrid.

Una de mis imágenes favoritas que capta el sabor del espectáculo y habla de estos magníficos actores.
Foto Rubén Ibarreta.


lunes, 4 de marzo de 2013

Júlia Bel en el Laberinto


 
Júlia en rojo. Una tríptico de una de esas tardes de común encuentro en Riereta. Fotos Eva Hibernia.



Este viernes 8 de marzo, a las seis de la tarde, en la tertulia El Laberinto de Ariadna que se instala en la quinta planta del Ateneo Barcelonés, la poeta Júlia Bel comparte con el público una panorámica escogida sobre su obra. Nuestro común amigo, Alfonso Levy, la acompaña en la mesa y hace las presentaciones, y seguro que será una presentación muy especial no sólo porque el sello de Alfonso es siempre único, sino porque sé que hay muchas cosas en común en la mirada y la sensibilidad de estos dos artistas.

Conozco a Júlia desde hace muchos años, somos amigas y hemos sido vecinas, socias, aventureras en el común sueño de hacer de la belleza, la poesía y el teatro nuestro oficio. Nuestra larga trayectoria de diez años con la Compañía Delirio, dando forma a una variedad de proyectos multidisciplinares está plagada de anécdotas, ilusión y mucho esfuerzo.

Pero sobre todas las cosas el inicio de nuestra amistad fue la poesía, y una de las cosas que más me gusta son nuestras tertulias espontáneas sobre tal o cuál poeta, leyéndonos cosas en voz alta, reflexionando e inspirándonos mutuamente alrededor de unas aceitunas y un buen vino tinto. Históricos y épicos son nuestros encuentros en el gran terrado de Riereta, donde yo vivía en el ático 1ª y ella en el ático 2ª, y allí, de camino a tender la ropa tocaba su puerta y hacíamos un ratito de charla, o compartíamos algún escrito que estaba recién sacado del horno.

Mucha y buena tinta merecen esos días. En esos años de amistad y confidencias he ido viendo como crecía el volumen de su obra, como su voz se iba transformando, adquiriendo matices, estableciendo afinidades con la sencillez del cuerpo de la poesía popular, dejándose inspirar por lienzos, ríos, corrientes musicales, lenguas semíticas, paisajes.

Disfruto mucho de la poesía de Júlia, y disfruto al máximo cuando la lee en voz alta, porque lo hace muy bien. Ella empezó trabajando en radio y después, a través de su dedicación escénica, ha sabido dedicarle atención y educación al arte de la rapsodia. No es fácil que un poeta diga bien su poesía y en Júlia hay una fusión entre voz y poema de una sencillez conmovedora, una potente presencia y un respeto al ritmo interno del poema musical y elocuente.

Es un privilegio conocer a una gran poeta y ver por dentro su cocina literaria, haber compartido la intimidad de muchos momentos, asistido como primera oyente a algunos maravillosos nacimientos. Es un privilegio estar cerca de alguien con una calidad humana y artística tan especial. Auguro para ella, que viste el vestido de la modestia y seduce con su timidez, un lugar importante y reconocido en nuestras letras, en las castellanas y en las catalanas. Así que amantes de la belleza, de la poesía, lectores, editores, cervatillos que corréis por Rambla Catalunya, si leéis esto ya sabéis que podéis compartir ese privilegio, unas horas, bebiendo de la fuente inspirada de esta gran poeta.