Junio es un
mes muy querido para mí, siempre trae regalos entretejidos a sus días, a sus
calles, a sus largas tardes que se resisten en transparentarse en noche.
Si hay algo
que me sabe a milagro es la poesía. La poesía, como el amor, sucede. No se
puede forzar, no se le puede dejar un plato de leche en la puerta para
seducirla, no se puede arar en arduas jornadas de tinta sobre tierra blanca.
La poesía es
verdad porque no se deja atrapar por definiciones. Quizás sea el nagual del
verbo, nuestra puerta a ser lo invisible hecho carne.
De pequeña
leía la “Enciclopedia de los Niños”. Y el tomo de las poesías infantiles me
encandilaba, el lagarto está llorando, la
lagarta está llorando, el lagarto y la lagarta con sus delantalitos blancos.
¡Cómo me fascinaban esos delantalitos blancos!, ¡cómo podía entrar en la
realidad de esos lagartos, conocerlos, cantarlos, compadecerlos, reírme de
ellos!
De adolescente
escribía malas poesías. Me enfadaba porque sabía que eran malas, porque sabía
que estaban muertas. Eran forma, emoción, intención, pero eran un monstruo.
Un día
sucedió. Ya era más mayor. Me iba de mi ciudad natal, yo sabía que para
siempre. Ese irme era mi deseo más vital, más ardiente. Pero aún, en aquella
ciudad alguien me prestó un libro. Primero leí ese libro y he de decir que
Jaime Gil de Biedma actuó como un espíritu de Pentecostés que bajase sobre mi
lengua y me diese la clave, mi clave, una clave de intimidad que nunca podré
explicar pues fue un misterio absolutamente personal entre la poesía y yo.
Después leí el poema introductorio, Consejos,
de Antonio Machado, y se convirtió en mi fe de vida.
Muchos años
más tarde, y después de peregrinar mucho por las palabras, tengo una cita
preciosa, a la que os invito.
La tertulia de poetas El Laberinto de Ariadna me ha
invitado a exponer un recorrido por mi obra poética. Será este viernes 8 de junio, a las 6 de la
tarde en la 5ª planta del Ateneo de Barcelona. Mi amigo y gran humanista,
Alfonso Levy, me hace el honor de presentarme. Confío mucho en su gusto y
su sensibilidad y a él le he confiado varios poemarios sacados del horno. Él me
ha visto crecer por los versos.
Y un poco con
pudor pero también con mucho placer quiero compartir esta experiencia, hablar
de poesía, leerla… y espero que algunos amigos también puedan acompañarme con
sus voces. En especial la actriz Alicia González Laa, con la que he trabajado
en varias ocasiones, no sólo porque es una primera actriz, llena de talento y
de los más finos matices, sino, fundamentalmente, porque ella es, de una manera
misteriosa y clara, pura poesía hecha persona, con el delicado y profundo
acento de ser persona mujer.
Además la
poesía va in crescendo… Así nos
llamamos, In Crescendo, una serie de escritores que nos reunimos para trabajar
y compartir nuestros textos, nuestras inquietudes, nuestras reflexiones… para
no estar tan solos en este a veces áspero oficio de las letras. Presentamos un
recital en la Bibliomusicineteca en mayo, durante la Semana de Poesía, y fue
una delicia y nos llovieron felicitaciones y petición de bises. Ese mismo
recital, muy probablemente lo vayamos a repetir en Cornellá el 12 de Julio,
dentro de las Nits de Estiu. Pero aún antes, el viernes 15 de junio, podéis venir con nosotros a inagurar un nuevo
espacio que se abre para la poesía en La Valentina, en la calle Regomir. Será a
las 9 de la noche, y ahí estaremos, In Crescendo, los poetas Laura Freijo,
Albert Tola, Júlia Bel y yo misma.
Así que me
asomo a estas ventanas a este mundo para llevar mis ojos y mis versos.
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