oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

martes, 18 de septiembre de 2012

Vivero de Plantas Reflexivas_COMENZANDO


Ya comienza la temporada. Abro el salón literario, las cocinas creativas, los jardines de flores exóticas, las galerías del alma. Es la temporada de los cursos de escritura. Alrededor de una mesa viajamos por el mundo, lo reinventamos.

Durante el verano me han acompañado varias lecturas. Como ahora estoy en proceso de escribir mi propia novela es muy particular mi contacto con la lectura. De alguna manera voy buscando en la lectura un tipo de conmoción que me aliente a persistir en esta aventura esforzada, y muchas veces árida, que es la larga escritura de una novela. De entre la hojarasca de lo leído hay un libro en especial y una voz en particular que me han nutrido y excitado y echo girar la cabeza y tocado y propulsado. El libro es Campos de Nijar, de Juan Goitisolo, un libro de viajes y también uno de los libros más políticos que he leído, sin hacer panfleto, desde una austeridad y una limpidez gemela a esa Almería casi desnuda de su viaje. La gran gozadera de este libro es el manejo de Goitisolo del lenguaje, el sabor, la plenitud, la curva del castellano, su poderosa sonoridad, su riqueza de matices y su colorido expresivo. Sólo por eso ya es un libro para tener en la estantería, de referencia, para conectar con la belleza de la materia prima con que uno trabaja. Pero hay más, claro (***desarrollarlo en otro escrito).

La voz en particular que he mencionado antes es la de Mario Levrero, un escritor uruguayo fallecido en 2008. De él he leído La novela luminosa y El discurso vacío (en ese orden, aunque el orden de escritura es inverso). Ya tengo encargados otros dos libros suyos: París y La ciudad. Mis impresiones sobre Levrero bien merecen un plantón a parte en este vivero de plantas reflexivas sobre la escritura. De su primer libro salí como si Levrero fuera una persona a la que realmente hubiera conocido, y lo tengo ya como amigo, y hasta me acuerdo de él con nostalgia. Un hombre que se forjó su verdadero nombre y se dio una identidad a través de la escritura, dejando atrás el nombre que le correspondía por ser hijo de sus padres y quizás, también, el destino. De él aprendo muchas herramientas que no se instalan en la técnica y que me serán muy útiles en los próximos cursos de escritura y en mi relación con los participantes.

Hoy el día viste de tintes grises, sin embargo el otoño aún no se huele (para mí el otoño siempre es un olor). Septiembre, mes en el que comienza el verdadero año; el año de aprender, de crear, de vivificarse. Hay algo realmente maravilloso en juntarse y compartir la pasión por la escritura. Hay algo emocionante en ver, semana a semana, como van creciendo los cuadernos, en los pequeños y los grandes descubrimientos que cada uno hace con respecto a su propia voz. Así que me pondré una falda muy alegre, para comenzar con amplia vuelo nuestra travesía de palabras y más.