oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

miércoles, 6 de enero de 2016

LOS REYES DE ALICIA Y DE JOAQUÍN

 
Para Alicia González Laa y Joaquín Daniel, dos grandes actores a los que la buena estrella de 2016 confío en que mantenga muy activos sobre los escenarios.

DIVERTIMENTO PARA VOLVER A ENCONTRARSE

      - ¡Usted!
      - ¡Usted!
  • ¿Cómo está usted?
  • No tan bien como usted.
  • Oh no crea, no crea, yo también, como usted, no estoy tan bien como usted.
  • ¿Eso es un piropo? Me atrevo a preguntarle porque sería muy típico de usted.
  • No, usted ha oído muchas cosas de mí, jaja, pero no estoy bien porque dormí mal, di muchas vueltas, di tantas vueltas que el hemisferio derecho se me puso en el izquierdo, el izquierdo en el derecho y ahora estoy todo yo cambiado de lugar por dentro.
  • Es verdad que le encuentro un poco cambiado... los ojos, la boca, la nariz, los andares... usted no parece usted.
  • Sin embargo...
  • ¿Qué?
  • Usted no se merece menos que el que yo sea yo, un poco yo al menos, lo suficientemente yo como para decirle el piropo que usted se merece.
  • Oh, no se esfuerce por mí, ¿quién soy yo al fin de al cabo?
  • Usted es la razón...
  • ¿Yo soy la razón?
  • Como principio de piropo suena frío, lo reconozco. Usted es la sinrazón...
  • ¿Me está llamando loca?
  • Usted es la primavera que no tiene razón y sin embargo todo lo hace florecer.
  • La primavera tiene sus razones, todos tenemos nuestras razones, hasta usted las tiene para decirme un piropo. Siempre con esa carita de querer invitarme al cine.
  • Se me olvidaba, usted que siempre pierde el reloj ¿tiene tiempo de acompañarme a Salamanca?
  • Salamanca está muy lejos.
  • Pero tiene un cine precioso, lo construyó mi abuelo y si no era mi abuelo era un hombre bueno que podría haber sido mi abuelo. En cualquier caso es un sitio entrañable y yo con usted soy así, ya lo sabe, tierno y comestible como un bizcocho.
  • Eso está muy bien, porque el viaje es un poco largo y seguro que me entra hambre.
  • ¿Me morderá?
  • Le morderé, pero sólo si huele a canela.
  • Huelo a canela por aquí.
  • Hubiese preferido que oliese a canela por allá. Pero bueno, usted hace lo que puede, no lo dudo, sobre todo hoy que tiene todo el hemisferio sur en el polo norte, ¿era eso lo que me explicó al principio?
  • ¿Qué principio?
  • El nuestro.
  • Pensé que veníamos de lejos.
  • Yo de Missouri.
  • Yo de Cincinatti.
  • Pero entonces usted...
  • ¿Sí?
  • No.
  • No ¿qué?
  • No... nada... es que pensé que usted si era de Cincinatti... quizás no fuera usted.
  • ¿Pues quién iba a ser si no?
  • No sé, un usted... distinto.
  • No diga barbaridades, además que Cincinatti es un decir, como Salamanca.
  • Mire ese cartel. El tren sale en cinco minutos.
  • ¿Estamos seguros?
  • Seguros de nada.
  • Pues a por todas. Suba usted.
  • No, primero usted.
  • No, no, yo lo dije primero y usted va primera.
  • Me ha gustado mucho encontrarle.
  • Podemos hacerlo siempre que quiera.
  • Pues vamos a perdernos medio segundo.
  • Medio.
  • Medio, para volver a sorprendernos.
    (...)
  • ¡Usted!
  • ¡Usted!

     JOAQUÍN DANIEL Y ALICIA GONZÁLEZ LAA EN "LA AMÉRICA DE EDWARD HOPPER" DE EVA HIBERNIA

sábado, 2 de enero de 2016

Catavientos_cuaderno de Grecia 3_ Desayunar en el barco

las granadas, una de mis frutas favoritas, tan legendaria, estaban en sazón por todas las islas



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Prontito en la mañana saludamos a Hermioni, callejeamos para comprar pan y fruta y ya pertrechados de víveres frescos – la despensa del Ralip es estricta en la cuantía de provisiones que podemos almacenar-, salimos del puerto. Después de las maniobras y con el motor encendido porque no hay viento, nos damos un magnífico desayuno en cubierta. Por primera vez pruebo el auténtico yogurt griego, que resulta una revelación de suavidad y cremosidad. Las uvas refrescan el paladar, el té calienta los ánimos y cada uno hace gala de sus gustos mañaneros. Por ejemplo, voy a comprobar que el Capitán sólo bebe agua, simple y pura, y que a todas las golosinas que ponemos ante sus ojos, antepone el pan bien frotado con ajo y aceite. Teresa ha traído una caja con rosquillas hechas por mi tía Lola, que saben a anís y a ancestros, el Capitán nada más probarlas recuerda a su madre y me dice que ella, a las rosquillas las llamaba “cuchiflitos”. Yo también pienso en mi madre y en la mesa redonda de nuestra cocina. Una vez que ella amasaba y sacaba aires a la masa, me dejaba hacer la forma de las rosquillas. Los cinco kilos de conguitos también hacen su discreta aparición por sotavento de la mesa, siempre a hurtadillas de la mirada de la bebé. Mi prima, sagaz para crear nuevas tendencias en lo culinario, acaba de inventar un yogurt con tropezones que acapara todo su entusiasmo.

Entramos al puerto de la isla de Hydra, Fernando biólogo y yo sentados en proa. El puerto es precioso, muy animado. Nos delizamos sin atracar, como la cámara de una película que hiciese un traveling de todo aquel bullicio. El Capitán nos explica que Hydra es la isla elegida por los bohemios y artistas para recalar, y es allí donde Leonard Cohen tiene una casa. Oh, mi querido Leonard, pienso yo, cómo me encantaría sentarme contigo y tu guitarra a charlar bajo este sol griego, a cantar tus poemas, a ofrendar a Dionisos y, para qué negarlo, a Afrodita, un bello encuentro..., pero el Ralip se aleja y yo sigo en el balcón de Proa, como un mascarón, contemplando los paisajes de agua que surgen a mi paso.

Y es que navegar por este mar es distinto, tiene algo de gran lago donde se multiplican los espejismos de tierra -las islas grandes, las pequeñas, la costa del Peloponeso con sus cimas altas y verdes-, una llanura de azules y espuma donde la calima envuelve las formas, a lo lejos, promesas para un Odisseo que siempre verá en esas tierras que emergen un poco más lejos, siempre un poco más lejos, el posible regreso.

Atracamos en un lugar del Peloponeso y allí directos al agua. ¡Splass!