oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

jueves, 31 de diciembre de 2015

En la Frontera y... un paso más

 


Adiós a un 2015 que ha sido, en mi experiencia, el Maestro de la Guadaña.

Pedro, José Luis y José Luis, queridos tíos, allá en vuestro viaje, siempre os pienso desde la luz y hacia la luz. La memoria es esa casa donde todos seguimos vivos, allí donde el tiempo se ha vuelto más dulce que en este tiempo en fuga del día a día. En la memoria continuamos, ya sin enfermedad, sin lastre, y hay un sol que ilumina nuestra esencia. Por eso en la memoria queda la huella esencial de aquellos que ya no están, una huella que no es pasado, pues la memoria, aunque parece la casa del tiempo que fue, es la casa de un tiempo perpetuado, sostenido y activo.

Saturnina, Luismi, Rosa, Celia, José Luis, Pedro, José Luis..., ilumináis esta casa interior y como huéspedes de amor vais dejando regalos, perlas de conciencia, rosas de ternura, espejos infinitos, tactos que abren el corazón sin romperlo. Gracias por hacerme sentir, a través de vosotros, las raíces y la savia, la estructura y el ramaje del árbol que entre todos vamos haciendo crecer.

Tía Pili, este 2015 te ha dejado en una frontera, ¡qué dura se ha puesto la vida contigo!, en medio de todo el sufrimiento y desvalimiento que estás atravesando rescato, como grandes lecciones, tu emoción sincera, el sentido del humor y esa gentileza que te acompaña hasta en los momentos más duros.

Papá, el año fue de despedidas fraternas y sobresaltos para ti. Para mamá también. Ambos tenéis una fortaleza y un sentido de la nobleza que me conmueve y que hago mi legado. Sabéis traducir el verbo amor a actos, a decisiones, a constancia, a presencia. De tí papá, me llega y me nutre ese sentido de la responsabilidad y el compromiso que hace surgir toda la fuerza. De tí, mamá, me señala un horizonte tu intuición de una felicidad propia y esa capacidad de exaltarte con la naturaleza.

Otras muertes simbólicas y no menos duras ofició el 2015 con su guadaña. Cuando hay que morir hay que morir, y ya se lleva el río la pira ardiente con los sueños, los proyectos, las ilusiones que no han podido ser, los nombres que se separan del nuestro. Un yo se derrumbó, como la torre del Tarot. Poco más hay que hacer que asistir a ese derrumbe y dar las gracias, siempre dar las gracias aún por lo que te deja en la frontera, entre el desplome de ese viejo continente que eras y esa nada enfrente tuyo, pues no eres capaz de ver lo que vendrá. Sin suelo, sin puntos de referencia, sin deseos que te ayuden a construir un nuevo paisaje. En el gran cero. Por fortuna la poesía no es sólo eso que hago, cuando Dios y la Poesía lo quieren y en forma de poema, poesía es una lectura mistérica de la vida, una forma de fluir del alma. Así que gracias por esa semilla que está en mí, que quizás conforma mi inteligencia primera, la más ancestral a mi corazón y por tanto a mi propósito de latir. Y gracias a todas esas amables compañías que en este tiempo de frontera han estado ahí, apuntalando mi nada, o mis lágrimas, o mis silencios. Digo los nombres de los que han dejado algo hermoso y fecundo, los rostros de la vida: Albert, Karel, Hortensia, Júlia, Carla, Asier, Anna, Ignacio, Rocío, María, Ruth, Salva, Vicent, Eva, Elisa, Teresa, Iris, Fernando, Fernando Capitán, Pancho, Lara, Enric, Sonia, Marcelo, Laura, Juanjo, Miguel, Natalia, Ramiro, Alicia, Jose, Pili, Alicia, Joaquín, Jan, Neus, Sol, Drago, Marisa, Antonia, Montse, Ingrid, Mama Neus, Giselle. A todos ellos mi más sincero amor, gratitud y bendiciones para la nueva vuelta en la ruleta que nos toca empezar en 2016.

Te honro 2015, y de ti me despido.

Bienvenido 2016, seguimos inventando más mar para seguir navegando y avistar nuevos horizontes.

Paz, Amor, Bendiciones y Abundancia para la familia humana y para todos los seres que nos acompañan en esta aventura. Namasté.



viernes, 18 de diciembre de 2015

CURSOS PARA COMENZAR EL NUEVO AÑO

 Próximos cursos para el trimestre que viene. Os animo a empezar el año cultivando el talento, la imaginación y la fuente de vuestra creatividad.

CURSOS DE VOZ


 

LA VOZ, EL SER 
un curso para explorar nuestra voz y liberarla

Duración: Curso de 18 horas, repartidas en doce sesiones de hora y media
Fechas: Los martes, del 12 de enero al 29 de marzo
Horarios: de 17.30 a 19.00 horas
Inscripciones: El racó de la Sargantana: 93 519 57 97 elracodelasargantana@gmail.com
Consulta el programa y la metodología en www.evahibernia.blogspot.com


Eficaz. Directo. Introspectivo. Divertido. Profundo. Son algunos de los adjetivos que se me vienen a la mente pensando en el curso de voz tomado con Eva. Con su ser lunimoso y creativo me ha ayudado a descubrir, jugar y entrenar mi voz y mi Ser... Hace tres meses mi voz era una "entidad" no muy definida, ¡ahora es mi aliada y mi compañera!” Lara.


CURSOS DE ESCRITURA

COACHING PARA ESCRITORES
acompañamientos personalizados para ayudarte a culminar con éxito tu proyecto de escritura. Aceptamos proyectos de narrativa, poesía, teatro, ensayo, memorias, libros de viaje etc.
consulta filosofía y metodología en www.coachingescritores.com

COM S'ESCRIU UN CONTE
específico sobre la creación técnica del cuento.
miércoles, a partir del 20 de enero, de 20 a 21.30 h.  
consulta programa e inscripciones en www.casaelizalde.com

COACHING PER ESCRIPTORS 
curso colectivo para entrenar mediante las distintas capacidades y herramientas que nos permiten solventar los problemas que conlleva la creación literaria.
jueves, a partir del 21 de enero, de 18.30 a 20 h.
consulta programa e inscripciones en www.casaelizalde.com 

“Antes que nada, deciros que yo no conocía de nada a Eva, y que me guié hacia el taller por su curriculum y por reseñas hechas a algunos de sus trabajos en teatro que encontré por Internet. Y veo que no me he equivocado en absoluto. No sólo logra despertar, o avivar, esas ganas de escribir, sino que guía con mano experimentada, didáctica y profesional el impulso creativo para lograr convertirlo en escritura de calidad desde todos los puntos de vista. Muy recomendable”.
Rafael Monroy
 


miércoles, 21 de octubre de 2015

CATAVIENTOS_Cuaderno de Grecia_2, bienvenida al sol y al viento

 
///La azafata de vuelo anuncia que quedan veinte minutos para aterrizar, y pronuncia una hora. La hora me choca, es una hora menos que la española a pesar de que volamos hacia el este. Pero no hago mucho caso. Luego en los relojes luminosos del aeropuerto veo que pone una hora más que la del reloj de mi movil. No me he preocupado en absoluto de la cuestión de las horas y como he quedado con mis compañeros de viaje a las 3.30 doy por hecho que quedamos en el horario español. Ahora mismo no puedo pensar en nada más que en salir del aeropuerto porque estoy helada, me duele el cuerpo del frío que he cogido en la cabina del avión. Ya he visto en el monitor el número de autobús y los horarios para ir hasta el Pireo, el puerto desde donde sale nuestro ferry a Hermioni.

Salgo en estampida a un día lleno de sol y de viento. Enseguida me gusta esa luz, esa caricia briosa que me envuelve. Como mi emparedado debajo de un parterre, pero los alrededores del aeropuerto son, como era de esperar, desangelados. Sé que me van a crucificar pero tengo demasiado tiempo de espera, así que me voy a la cafetría de un pretendido hotel de lujo. La cafetería se llama Artemisa y me encuentro con la emoción de la carta y las letras en griego, que me dedico a deletrear como un niño la cartilla en el parvulario. Pido un Ἑλληνικός Καφές, sin azúcar, y me lo sirven en una tazita blanca sobre un plato rectangular de diseño que lleva al lado un hueco sobre el que han vertido uvas pasas en almíbar, una delícia de combinación entre el sabor dulcemente otoñal de la confitura y la aspereza terrosa del café. Como en la Argentina los griegos también tienen el maravilloso detalle de acompañar el café con un generoso vaso de agua. Luego, en nuestras bajadas a tierra, comprobaré que son muy cafeteros y que les gusta llevarse el café puesto. Es normal ver a viandantes llevando un largo vaso de cartón con tapa semiesférica y pajita a la que se amorran para sorber su café frappé, que es la variedad a la hora de servir cafés que parece más popular.

En mi mesa de la terraza del Artemisa, rodeada de viajeros, saco mi cuaderno y una de las lecturas que he traído y que ya empecé en casa y continué en el avión antes de quedarme dormida. Se trata de “Sociedad, amor y poesía en la Grecia Antigua” de Francisco Rodríguez Adrados. La lectura me enfrasca y me estimula. Los capítulos dedicados a la mujer y lo femenino en la Odissea despiertan mi fuero reflexivo y conecto con un trabajo ensayístico que llevé a la práctica a través de un curso que di en la librería Pròleg hace ya muchos años. Lo titulé “Viaje a la mujer soñadora” y estaba inspirado en esas figuras femeninas de la Odissea. Como todo lo que es raíz en nuestra vida, la visión sobre el tema, con el paso de los años, se ha amplificado, profundizado y revelado nuevos aspectos. Escribo fluidamente varias páginas en mi cuaderno y con un poco de pena pongo punto final porque ya es la hora y tengo que salir a esperar a los chicos a la puerta de desembarque. Cuando llego allí algo no funciona, no está anunciado el vuelo de Madrid. Apenas me da tiempo a inquietarme porque una voz me pregunta si soy Eva. Yo sé que es Fernando porque me han dicho que es pelirrojo y porque quién va a saber mi nombre en el aeropuerto de Atenas. Detrás de él está mi prima Teresa con cara de agobio llevando en brazos a Iris, que con un año y medio será la compañera de viaje más joven y más preciosa con la que compartir una aventura. He metido la pata hasta el fondo de los tiempos, y es que el tiempo en el que habíamos quedado era el griego. Así que corremos hacia un taxi porque en autobús ya no llegamos a coger el último ferry a Hermioni. Negociamos el precio con un taxista sacado de los “Fragel Rock” y en el coche voy recibiendo los pormenores de la búsqueda y captura de mi persona mientras yo tan felizmente filosofaba sobre las sirenas, el deseo y otras lindezas. Se ve que los altavoces han resonado con mi nombre, y aunque me avergüenzo de mi despiste, también me impresiona esa voz del Corifeo llamándome a escena y mi vacío por respuesta.

El ferry va a toda pastilla, mejor dicho a todo nudo, pues es en nudos como se mide la velocidad en la mar y en el aire. La azafata nos riñe por salir a cubierta y sólo nos será permitido cuando el barco aminore la marcha porque llegamos a los puertos. Iris corretea sin problema por los pasillos, intrépida y determinada, cada vez que se cae se levanta. La verdad es que en una de estas se hace un pequeño chichón, pero apenas llora. Es muy valiente. A sus espaldas, Teresa y Fernando trafican con cinco quilos de conguitos que han traído “por si las moscas”, delicioso plan de salvamento al que atacaremos en horas tontas, listas, enteras y medias. En la tele un monitor de televisión con el volumen generosamente alzado ofrece una teleserie griega. La peluca rubia de una de las actrices que sin duda interpreta el personaje de “la mala” me tiene fascinada por el horror mismo. Pienso en el peinado de la ex reina Sofía, esa cosa cincelada y sin vida que recordaba a los cráneos de quita y pon de los Pin y Pon. Reflexión esta cacofónica. Ya es de noche cuando llegamos a Hermioni.

En el pequeño puerto de Hermioni nos espera nuestro capitán, Fernando. No tenemos que andar mucho para llegar al Ralip, el velero que será nuestra casa por una semana. Superado el primer desafío de cruzar la estrecha pasarela ya estamos dentro. El capitán, con extrema generosidad me cede su camarote. Yo insisto en que no y el en que sí. Mi política es obedecer al capitán. Dormiré, pues ,como una privilegiada, en la proa del barco, mi cama tiene forma de pico y una escotilla arriba me permitirá asomarme cuando vuelva cada noche del baño, a ver si cazo la luna y las estrellas. Hasta tengo un armarito estrecho e irregular donde meter mis pertenencias.

Vamos a cenar a un restaurante del puerto, precioso, donde nos sirven un surtido de platos griegos que están buenísimos. A Teresa y a mí nos han entusiasmado las berengenas rellenas. El vino blanco va a acompañar nuestras comidas y cenas. Es ligero y muy bueno. Saludamos a los dueños del restaurante que ya conocen a Fernando Capitán desde hace mucho, pues este lobo de mar de raíces gallegas y larga vida menorquina, lleva nueve años surcando las aguas griegas con el Ralip. La dueña es Miren, una mujer vasca encantadora. Un pequeño paseo después de la cena nos pone en la pista de que los griegos son amigos de los dulces, panes y pasteles hechos con calidad y esmero. Hacemos acopio de provisiones para el desayuno que, nos anuncia el capitán, será ya navegando. Partiremos tempraneros de Hermioni. Hemos atravesado callejitas estrechas hasta cruzar al otro lado de la bahía. Hemos visto pulpos colgando como reliquias de los toldos de los restaurantes. Despido a la luna en su travesía creciente y cierro los ojos. La mar acuna. Mañana más.

lunes, 12 de octubre de 2015

CATAVIENTOS, cuaderno de Grecia 1_los preliminares



los hilos de colores que se ponen en las velas para saber catar los vientos se han vuelto cabellos, olas, pájaros, sueños...

Hoy, 12 de octubre, día del Pilar, el Ralip, velero de dos palos, saldrá del mar Griego para pasar el invierno en dique seco en la hermosa isla Aegina.  A Fernando, su capitán, quien tan generosamente nos acogió en las últimas travesías de la temporada, le aguardan nuevas rutas con su caravana. Verdadero peregrino de espíritu libre, a él y al amor que profesa su barco, van dedicadas estas notas del viaje que compartimos, con gratitud y un brindis de orujo.


///La noche antes de mi partida es incómoda, duermo en el despachito, apretada entre paredes forradas de estanterías, cajoneras y el ancho escritorio que tiene estampadas en su cristal flores y mariquitas. El escritorio de la Reina Coralina, una especie de bola de cristal aplanada como un mapa mundi, sobre la que, en tantas horas, me he acodado para escribir. Ahora ya no escribo ahí, no puedo. Tampoco frecuento las estanterías, y eso que todo el grueso de mi trabajo como directora de escena y como escritora lo he almacenado en los altos de los armarios. Creando espacio para lo nuevo, dije a los amigos que me ayudaban a subir las cajas.

La pequeña maleta y la mochila están al lado de la puerta. Fernando Biólogo ha insitido en que llevemos pocas cosas, porque en un barco hay poco espacio. No me cuesta nada hacer una maleta sobria. La cuestión de los pies es la que más abulta; además de las sandalias que llevaré puestas meto unas deportivas, porque un zapato cerrado puede ser vital si tenemos que andar por islas pedregosas, unas cangrejeras, porque si estoy nadando por la costa y quiero subirme a unas rocas -con lo sensibles que tengo las plantas de los pies las voy a necesitar-, y unas chanclas para moverme por el barco. Luego descubriré que por el barco hay que ir descalzo, pero aún así las chanclas me vienen muy bien para los días de lluvia. En el calzado acierto porque todo me va a servir.

Tendré un vestido oficial, un “hiperponible”, y anilizando los pros y contras de cada una de las prendas del armario me he decantado por el vestido de lunares. Los lunares me dan alegría. No son muy griegos, bien es cierto, pero llevar un vestidito de vuelo cuyo motivo es la noche profunda salpicada de lunas llenas me parece un bonito poema téxtil para brindar a las islas. Ayer, en un rapto, me fui a El Corte Inglés de Can Dragó a ver si quedaba alguna ganga en las rebajas de bañadores. Y sí, estrenaré un par de biquinis, mira que bien, aunque ni bien el capitán se ponga en cueros haré lo propio, porque a la mar me gusta entregarme con toda la piel en su inocencia. Completo con un pantalón fino, una camisa de manga larga, dos camisetas, una chaqueta de forro polar y capucha por si las noches traen mucho relente, una falda vaquera que solo me pondré la mañana de mi marcha, calcetines y mudas.

A las 5.30 de la madrugada pliego la cama donde apenas dormí. Aún me da tiempo a transplantar la pequeña planta que compré hace unos días. La siento contenta, respirando en un tiesto mayor. Me despido de mi pequeño bosque y cierro la puerta con cautela y dos vueltas de llave.

lunes, 14 de septiembre de 2015

In the pines, una balada negra

Adopto esta hermosa canción llena de misterio,

una pregunta que se reitera

una melodía que vaga como el ulular de viento frío

una historia inquietante,

black girl, black girl

anidas en mi garganta,

empiezo a ensayarte para el nuevo proyecto que ha de venir


miércoles, 6 de mayo de 2015

Los descansos y los días ibicencos (2)

Entre las rocas, bandadas de peces me saludan. Son muy prudentes, nos miramos a cierta distancia. Los más pequeños casi me dejan atravesar su nube sin grandes aspavientos y huídas. Este agua transparente y gozosa, esta alegría animal. Al salir de la playa ya comienzan los pinos y la laderita con profusión de flores amarillas, lilas, violetas, blancas, rosadas. Me fijo en una de tallo largo y cabeza redonda formada por un montón de pétalos alargados y duros. Mi prima Teresa, bióloga, me enseñó a distinguirla en los largos paseos que dimos por Lores. Es la flor del ajo. Toco con delicadeza los pétalos y me llevo las yemas a la nariz. Sí, he acertado. Arranco dos flores que al final del tallo presentan su pequeño bulbo salvaje. En casa bato dos magníficos huevos verdaderamente ecológicos -un compañero de trabajo se los trae a mi amigo de sus propias gallinas-. Esparzo los pétalos y hago una tortilla preciosa, una obra de arte. La luna, también blanca y rosada, se llena lentamente sobre mi cabeza.

//
El domingo por la noche vamos a la Milonga Gaucha a Ibiza. Un rato antes he estado en la orilla de la mar, mirando a la luna llena y su camino brillante como una alfombra mágica cubriendo las aguas. Sobre ese lecho de agua plateada he depositado mi oración y mis lágrimas. Los veo caminar, ascender, entrar en la redonda puerta de la luna. Ya en la entrada de la casa, entre los rosales amarillos encuentro a Ignacio con las llaves del coche en la mano. Me decido de repente y nos vamos juntos a bailar. Yo no sé, por otra parte, bailar tango, pero Marcelo, que es el anfitrión de la milonga, me saca a la pista y camino hacia atrás escuchando el ritmo, apilándome contra su pecho, fluyendo hacia atrás; porque las mujeres en el tango viajan de espaldas. Al finalizar mis compañeras de milonga aseguran que lo he hecho muy bien. Hablamos, comentamos los giros de los danzantes, Cristinne insiste en que vea un vídeo del gran Gabito. También bailamos una chacarera, tres hombres de un lado, tres mujeres de otro, batiendo palmas, acercándonos al centro, alejándonos, volviendo a acercarnos, girando, y el ritmo del folklore me hace reir. Al volver a casa le cuento a Ignacio cómo he disfrutado en cada verano de los viajes nocturnos en coche, ese olor y esa sensación tan inefable del campo nocturno, de los pinos fantasmas apareciéndose y dejando tras de sí un rastro de olor aún caliente por todo el sol que les cayó en el día. La noche de primavera es distinta, pero la emoción está aquí, en el pecho. Al llegar a San Carlos le pido que se desvíe para ver la carabana de Raimundo, donde me alojé el primer verano gracias a la generosidad de mi amigo, y donde él mismo ha vivido tanto tiempo. No vemos nada, claro, porque todo está oscuro, pero con los ojos de la memoria aprovechamos la penumbra para iluminar recuerdos, los caracoles que hacían fila en el murete de piedra, el señor Carlos con el que tuvimos tan linda conversación, y sobre todo Catalina, la madre del hombre que alquilaba la carabana, una mujer muy vieja y encantadora que no había salido de la isla nunca. Ignacio me cuenta que grabó la última conversación que sostuvieron antes de que ella muriese. Está apenado porque no sabe dónde está ahora esa conversación. Yo pienso en todas  las conversaciones memorables que uno tiene en su vida, ¿quedarán inscritas en la banda sonora del aire?, ¿las escuchará de nuevo algún dios en su radio, mientras emprende un viaje hacia la construcción de nuevos universos?

viernes, 1 de mayo de 2015

Los descansos y los días ibizencos

Día azul. Estrías de nubes en el cielo. Camino costeando por pequeños senderos. A veces el olor de los pinos llega como una ola magnánima, cubriéndome de alegría, esa alegría sutil que trae el perfume. Un coche se para y me pregunta con toda confianza, como si fuera una lugareña, y yo respondo con todas las ganas, sugiero pequeños cambios en su ruta. Nos miramos a los ojos, nos deseamos el mejor de los días. Voy sola por el camino. Hierbas altas que se cimbran, muchas flores en las cunetas, de todos los colores, campos tranquilos. Bajo la empinada cuesta y me recibe Aiguas Blancas, bella y a esta hora temprana casi desnuda, como la muchacha que me saluda. Me sumerjo en las aguas nuevas de mayo, dulcemente frías. Gracias a las gafas de buceo puedo dar los buenos días a algunos peces. Hoy me parece el mejor de los oficios, estar viva y ser educada con todo compañero de viaje.

//
Tarde ventosa, que si sí, que si no, me llevo un jersey fino por si acaso echado a los hombros. Me han dicho que si cojo esta bifurcación podré atravesar la montaña y llegar andando hasta el Pou des Lleó, mi lugar favorito en la isla. La subida es amable, las orillas verdes, casas diseminadas y medio escondidas. Una se vende, no me cuesta imaginarme viviendo en ella. Por un momento dudo y tuerzo a mi izquierda. un ataque de tos me hace verter lágrimas, todavía estoy saliendo del catarro, no puedo parar, es desquiciante. Vuelvo sobre mis pasos. la tos me ha dado miedo, como de morir tontamente, y desecada, porque no llevo agua, no llevo nada en las manos. Un perrillo me está esperando, parece un cachorrillo. me mira serio. Lo acaricio. Anda unos pasos en pos y se gira. Comprendo que, como en las leyendas, un animal ha salido a mi encuentro para enseñarme el verdadero camino. Hécate está de mi parte. El perrillo me señala el camino de tierra que antes desheché, sorprendentemente mi tos se calma. Ahora el camino es todavía más bello. Unas cabras en un campo me miran curiosas mientras ramonean sus yuyos. Dos conejos salen disparados y se esconden. Las tórtolas sienten mis pasos y emprenden un vuelo que deja temblando el aire. Sigo y sigo, reconozco un muro de piedra donde llegué hace tres años, en un viaje en sentido inverso. Como si fuese un sueño el camino tiene algo de pasillo de una casa enorme y destartalada. Llego a ese espacio naranja y azulverdoso que tanto amo. Enfrente la isla de Tagomago. El alma sabe dónde nació por primera vez, mucho antes de que la vistieran con un cuerpo.

viernes, 17 de abril de 2015

HE YACIDO DÍAS ANIMALES en Sant Jordi




Acompañando este día lleno de amor a la palabra, estaré firmando ejemplares de mi poemario
He Yacido Días Animales.

Nos encontrarás en la mesa de la editorial Parnass, en Rambla de Catalunya, a la altura del número 26, entre Diputación y Gran Vía.