Todavía era
febrero cuando subimos a ver a Els Joglars a su fantástica cúpula en Pruit. La
nieve y la ventisca habían dejado muy hermosa la montaña.
vista desde la entrada de la Cúpula, en Pruit. El camino de entrada a los ensayos. foto E. Hibernia |
Después de 50
años de compañía Els Joglars inicia un nuevo giro y andadura apoyándose en su
querido y ya trabajado Miguel de Cervantes. De él toman El coloquio de los perros para crear una "pieza joyita". Entre las
novedades está la dirección del espectáculo asumida por Ramon Fontserè, quien
también interpreta al perro filósofo Cipión.
Son las diez
de la mañana y las estufas dentro de la cúpula chutan a todo gas. Ramon, Pilar,
Dolors y Xavi están mirando cómo resolver mejor la limpieza de movimientos en una de las escenas finales. Con paciencia de artesanos la repiten una y otra
vez. Ramon, desde la silla de dirección está al cien por cien tanto en la
concentración con que como director mira la escena como en las réplicas que
como actor les está dando a sus compañeros. Me admira la energía y la presencia
con que se sitúa a ambos lados.
A lo largo de
los ratos que pase en la cúpula voy a disfrutar del placer de ver trabajar a
este equipo de manera tan fina, tan meticulosa, poniéndolo todo cada vez que
pasan por enésima vez sobre un minuto de espectáculo que no acaba de convencer
a su director. A estas alturas ya hacen un pase diario de la función, sin
embargo todavía hay espacio para la creación, para la generosidad entre
compañeros que bulle con esa alegría lúdica que tiene que ser inherente al
teatro.
Ramon da un
plazo para que los actores terminen de calentar y se meten de lleno en el pase.
Frente al escenario queda la mirada atenta de Martina Cabanas, quien hace la
ayudantía de dirección y firma la dramaturgia junto a Albert Boadella y Fontserè. Descubro
en Martina a una "todoterreno" con una gran capacidad de escucha y trabajo.
Pilar Sáenz y Ramon Fontserè como Berganza y Cipión. Dolors Tuneu y Xavi Sais como Tina, la pija, y el doctor castrador... Foto Rubén Ibarreta |
En el pase voy
asistiendo a un montaje que apuesta por la esencia de la convención teatral,
por la magia de hacer de lo poco, mucho, muchísimo. Con una de las
escenografías más sobrias que se puedan imaginar se nos va desgranando una
historia que pasa por diversos lugares, peripecias y personajes. El trabajo de
dramaturgia ha sabido aunar de manera convincente el lenguaje de Cervantes,
asumido por los dos perros parlanchines, Berganza – Pilar Sáenz y Cipión- Ramon
Fontserè, con un lenguaje más actual y accesible puesto en boca del entrañable
guardián de la perrera (Xevi Vilà) y los diversos personajes que pasan por la
vida de estos dos perros. Estos personajes, al ser una memoria, un tiempo
pasado, son diferenciados del tiempo presente por medio de un trabajo actoral
desde la máscara y la Comedia del Arte. Los actores Dolors Tuneu y Xavi Sais se
reparten un buen número de personajes, unos humanos, otros perros compañeros de
perrera.
Todo el
montaje es una apuesta por el valor de lo puramente teatral, del juego y la
convención por encima del realismo: la descontextualización de objetos, la
plasticidad de los cuerpos y la palabra, el espacio vacío como posibilidad
infinita. El montaje fluye desde una aparente sencillez que conlleva un ímprobo
trabajo, muchos descartes y una sabiduría del ritmo que está fraguada en años de
experiencia.
Me llega El coloquio de los perros como una obra
de risa suave, persistente. Cabalga ligera y atrapa la atención. Hay momentos
que podrían explotarse hasta el desternillamiento porque son todos unos
magníficos actores que manejan la comedia como nadie, pero el pulso del
coloquio conmina a seguir ligeros, al galope, de historia en historia.
Manolo, el guardián de la perrera, es interpretado por Xevi Vilà. su escucha y su asombro guían a la escucha y al asombro del público. Foto Rubén Ibarreta |
Acaba el pase
y el equipo se reúne cerca de una estufa para pasar notas. Yo deambulo por el
espacio, me voy fijando en pequeñas cosas, en el vestuario colgado de las
“burras” a ambos lados del escenario, en el mundo de cosas de detrás del gran
banco que preside la escenografía, en lo quietos que se quedan los zapatos una
vez que se quedan sin pies y sin excusa de caminos. Pienso también en que Els
Joglars ha sabido cumplir un deseo que yo tenía cuando era jovencita y soñaba
con dedicarme al teatro, el ser capaz de reunir una compañía y una estructura e
infraestructura de trabajo que permitiera la creación libre. Hoy, con este 50 +
1 que es El coloquio… se suma a ese
valor conseguido a través de años de investigar y crear la audacia de enfrentar
estos difíciles tiempos ofreciendo un trabajo clásico y contemporáneo a la vez,
esencial e imaginativo. Pocas son las compañías que se permiten y defienden un
espacio de creación y ensayos de tres meses a jornada completa, pero las
consecuencias de esa pasión y respeto por su trabajo brillan en el escenario.
Rubén Ibarreta ha
recogido dos días de seguimiento atento a los ensayos y devenir de la compañía
en sus cámaras. Una muestra del trabajo se puede ver en ENSAYANDO EL COLOQUIO. Cuando
me enseña el recorrido por las fotos hay una de ellas que comentamos con igual
emoción. Pilar, Ramón y Dolors, en el camino de nieve, tras cerrar la cúpula y
un día de trabajo. Los primeros en abrir, los últimos en marcharse. Un momento
fuera del escenario que habla de perseverancia y valor.
Y ya era marzo
cuando fuimos a Torelló a ver un ensayo general con público. Trescientas
personas disfrutamos de lo lindo, y al acabar, en el vestíbulo, se escuchaba la
misma profecía en cada corrillo: será un éxito. Así que eso espero, ¡feliz
éxito, feliz Pavón y feliz y larga gira!
* Els Joglars estrenan El coloquio de los perros el miércoles 27 en el Teatro Pavón de Madrid.
Una de mis imágenes favoritas que capta el sabor del espectáculo y habla de estos magníficos actores. Foto Rubén Ibarreta. |
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