oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

sábado, 4 de junio de 2011

cómo pasar la tarde

Me preparo un batido de fruta fresca: fresas y kiwi. El color sale muy bonito, lo sirvo en una copa, pienso que a la copa le iría bien que yo la sostuviera elegantemente ataviada con mi biquini y mi largo collar de falsas perlas. También me recojo el pelo en un complicado moño y lo adorno con un enorme hibisco rojo. Pongo en el tocadiscos vinilos de jazz, la suave voz de Chet Baker se arrastra como un dedo por la arena caliente de viejas canciones. Bailo y mantengo una animada conversación con un amigo invisible, un tipo duro y descarado que durante años fue poli en L.A. y ahora ejerce como detective privado. Insiste en que fue él quien me regaló el collar de falsas perlas un verano, cuando aún estaba colado por mis huesos. Yo le callo con frases ingeniosas, de esas de alto voltaje que hacen que los dos bebamos un poco de nuestras copas para disimular entre sorbos la risa que nos damos. Insiste en que quiere conocer mi dormitorio, pero yo le digo que he venido a este hotel con mi cuarto esposo, al que le gusta constiparse con los aires acondicionados, y que por ello está disfrutando de nuestra habitación él solito, en una larga y afiebrada siesta. Mi amigo, el inspector invisible, se las arregla para que salgamos a la terraza del barco, desde esa proa habla de las nubes como de cachalotes blancos y algodonosos invadiendo los mares celestiales. Señala un cúmulo de enormes cachalotes nubes, de panza grisácea. Son los machos, me dice cerca del oído, vuelven desde el norte para aparearse con las hembras. Me parece que nos pueden estar mirando desde las azoteas vecinas así que vuelvo adentro y giro la cara del disco. Invento un rápido crepúsculo bajando las persianas. Le digo a mi amigo, el inspector invisible, no enciendas las luces que dan calor. Él se saca un cigarrillo de algún cajón que ni me acordaba. Dice que es una pena que haya acabado mi batido de niña buena, tan rico, y me propone algo un poco más intenso mientras llama al barman. Yo le digo que ahora soy una mujer casada, y nos reímos, principalmente porque él vino a detenerme cuando yo tenía dieciséis años e intentaba casarme por primera vez con un documento falso. Así es como nos conocimos. Fuma despacio y me pasa el cigarrillo, y después de la más nostálgica de las canciones, aplaudimos a la orquesta.

1 comentario:

  1. Es que está buenísimo. Lo leí, lo releí y lo rereleí por puro placer, por pura sonrisa.
    Una buena manera de pasar la tarde, sí señor...

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