oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

lunes, 30 de agosto de 2010

Atardecer

La Peregrina en un mar antiguo.
Es la hora en que empieza a declinar el perfil luminoso, el día baja la cabeza y la cabellera de la sombra va cayendo sobre arrecifes y cortadas, sobre los pinos griegos y las bandadas de piedra blanca posadas en la orilla.
Tenemos contrabando en la bodega. Litros y litros de un licor extraño, sellado por lacres, callado en cubas opacas, bailando al son del suave oleaje. Hay quien dice que es de color ambarino. Hay quien dice que no, que es frío y rosado en el medio del vaso, con un leve destello azul titilando a contraluz, si se toma en un cristal lo suficientemente fino. Hay quien rumorea que es el sudor de un dios que vive más allá de todos los nortes, y que beberlo causa la inmortalidad.
Todo el barco está lleno de bisbiseos, cuchicheos, palabras crepitantes como pequeños fuegos que se encienden y se apagan con rapidez.
la línea de sombra va ganando el horizonte y a nuestra derecha la estrella más brillante abre la magia de la noche: el velo de la oscuridad que desvela el desnudo del firmamento.
En la proa alguien canta estos versos de Safo:

estrella de la tarde
tu traes lo que dispersó la esplendorosa aurora
traes la oveja
traes la cabra
traes junto a su madre al zagal

2 comentarios:

  1. Hibernia! Te sigo en este viaje tan íntimo.
    Me gusta el barco y los puertos a los que está llegando.
    Abrazo viajero.

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