Usted me furia, me astrálaga dulcemente, me limba de mieles y claveles y yo me desesperezno de golosura, me libio tanto que tiemblo, todo me tiembla, muy por encima de todo, lo que vívive debajo de mi falda, ese animal óscuro y humedal por donde pájaros vuelan, anidan, picotean suavemente las junqueras rizadas, rubiamente rizadas, de mi delta de noche. ¡Oh cuando la noche y Usted me visitan!...entonces mareas vivas y plenas de luna viva, me voy creciendo toda luz hasta el grito callado, y entonces, Usted, aún teca que teca en ramonearme un poco más, en pastitos mi piel, en hacer cobijo de mis costillas, cuevearme hasta cobijarlo entero, y me rima a su nombre y saca mi raíz cuadrada matriz, y allí, teca que teca, me place al rojo a dieta de besos boreales.
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