oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

martes, 24 de mayo de 2011

Sorprendida

La mesa sobre la que escribo es de cristal. Tiene un diseño japonés, entre el negro y la transparencia se dibujan flores, pájaros, escarabajos mariposas, lunares, ramas sinuosas y sus hojas… parece que la crearon especialmente para mí. Como dijo una amiga al verla, es muy coralina.

Todas las cosas que hay encima de la mesa tienen un reflejo en la mesa de cristal, como si estuvieran apoyadas sobre el agua. También mi cara. Se refleja desde una perspectiva extraña, un contrapicado en el que me veo los ojos un poco hundidos. Desde este lado es una Peregrina cabeza abajo.

El caso es que estos días estoy pensando en esta mujer, la que aparentemente vive cabeza arriba, como si fuese alguien un poco desconocido. La miro levantarse y como canta mientras prepara su cafetera. Hoy ha bajado al mercado temprano, el suelo entre las pescaderías estaba regado, todavía los reponedores iban de un lado a otro con sus carretillas cargadas de albaricoques, bacalao salado, salmones entre hielo picado…, en los mostradores las tenderas se afanaban colocando la mercancía, preparando encargos, quizás. Esa mujer hacía sus compras, tranquila, la ha sorprendido que la llamasen señora, y en dos ocasiones tenía el dinero exacto de la compra, con el pico en céntimos y todo.

Luego la sigo, con su falda amarilla, regando las plantas, parece que les dice cosas, toca los pétalos, se ha quedado distraída mirando a la calle. ¿Espera a alguien? Tiene varios libros abiertos, lee cosas muy interesantes, desde luego parece entusiasmada por sus lecturas, ahora mira un libro de fotografías de Alberto García- Alix, se nota que ya lo ha mirado otras veces, no sé a dónde asomarme, si a las imágenes que mira o a la imagen que ella misma genera, de espaldas a la ventana, sentada tan quieta, tan concentrada. ¿Qué piensa, qué siente mientras mira esas fotografías? ¿Reconoce a alguien de los que allí posan, reconoce la isla (las fotografías son de Formentera, una isla que ella también adora) a través de esa mirada parcial, emocional, anímica del poeta-fotógrafo, reconoce en la mirada del poeta-fotógrafo algo de su propia mirada, algo de sí misma en la vida de los otros?

Esa mujer empieza a interesarme realmente. Encuentro que sus días pasan muy curiosamente. Ayer, por ejemplo, se echó una larga siesta. Dicho así parece sencillo, y es, sí, sencillo. Pero yo lo encontré apasionante, ese gesto, de repente, virar el rumbo del día y dejarse entre sábanas blancas, cerraba los ojos, sé que soñó. Aparentemente no sucedía nada, sólo dormía. Pero ¿de qué fatiga venía para ir hacia ese sueño, o qué anhelo, o qué placer buscaba allí? Dormía pero vivía intensamente. Y su vida me sorprende.

Creo que no sabe distinguir si está cabeza arriba o cabeza abajo, si la pienso o me piensa, si vive y me hace vivir. Por primera vez la siento de esta manera, como si me dejara ser consciente de ese proceso de imaginación que es vivir cada minuto, como si me revelase que ella también está desplegando ese misterio que la fascina tanto, ese misterio inaprensible que es lo que todo escritor pretende atrapar, o sugerir, o apenas señalar –es tan frágil el misterio- cuando escribe. Es maravilloso que alguien con quien has vivido tantos años te siga sorprendiendo así.

2 comentarios:

  1. Sí, es genial sorprenderse con uno mismo. Descubrir de pronto que se puede transitar una ruta diferente. Desconocerse. Observarse desde la calma y la curiosidad.
    ¡Qué bueno! Y qué texto tan precioso.
    Un placer volver a leerla -a las tres como una: cabeza arriba, abajo, observadora-.

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