oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

martes, 26 de octubre de 2010

La Carta Número Trece (después de haber tirado las anteriores a la basura)

Querida Luisa,

parece que llueve, chof…chof…, poco a poco se va inundando todo: se pudren las margaritas en el tiesto, se reblandecen las cáscaras de la nidada de los verderones que hicieron casa en nuestro nogal, se ahogan las ranas en el estanque, ¿las ranas?, pensaba que sabían nadar, que eran amigas de la lluvia, ¿por qué se mueren entonces las ranas, Luisa, y las margaritas y las hortensias que te gustan tanto?
Porque llueve salado.
Toda la casa está llena de crujidos. Como no sé gritar ella se queja por mí.
Y luego están los perros, claro, a lo lejos, claro, ladrándole a la noche que no quiere acabarse. A lo mejor la noche ya no se acaba nunca.

La última vez que estuviste te dejaste las sandalias de tacón, esas que tienen las tiras amarillas, pequeñas grietas de limón que escuecen, el recuerdo de tus pies tan pequeños como chupar un caramelo
¡ja!
he dicho ¡ja!
se ríe el espejo conmigo, siempre quedan objetos amables, pero no tus tacones.

¿Cómo puedes tener los pies tan pequeños? Me puse tus sandalias para caminar esta noche tan larga. Es como tener tus pies. Me caigo desde tu altura. Pero no desisto. También me pinté la boca con los restos del carmín que encontré en el cuarto de baño, y hablé ridículamente alto, como tú hablas, y puse la música que a ti te gusta, los Pet Shop Boys, y bailé con mis enormes pies doloridos a tus pequeños esqueletos amarillos, ¡cómo escuecen!... ¿quería ser tú?, ¿quería ser un pequeño pajarito idiota?, ¿eres un pequeño pajarito idiota? La lluvia se comerá la cal y los polluelos del verderón se irán destiñendo por adentro del huevo hasta volverse nada. La nada. ¿Por qué no estás aquí para salvarlos de la nada? Eres ese tipo de chica que se sube a los árboles si es preciso, y ahora sería tan preciso, Luisa, la noche es tan inmensa…y te amo.

Evidentemente estoy borracho. Supongo, entonces, que aunque confusa, estoy diciendo la verdad. Mi verdad, claro. Setenta y cinco kilos de verdad con pelo canoso y ojos de búho. ¿Amaste alguna vez esta verdad? Te felicito. El otro día en el avión leí una cosa, o una revista, donde decían que las mujeres amadas se sienten más bellas. Así que te felicito por haberme amado aunque ya no sea necesario.

Estoy borracho. Eso ya lo he escrito.

En fin, ¿así que no volverás? Tú crees que sí (nunca has sido partidaria de cerrar las puertas con llave) pero yo sé que no. Lo sé y me he caído desde tus tacones y me he reventado la nariz. Sólo es sangre. Pero la sangre es tan patética…y tus palabras, tus palabras en el porche ¿por qué te gusta llevar margaritas en el pelo y leer a Dostoievsky si luego vas a decir ese tipo de frase, ese tipo de frase tan………………………………    ………………………    ………………………..?

Todo es amarillo en ti, como una muerte de cera, como un limón enfermo.

Soy viejo. Mi casa es un dinosaurio. La lluvia lo está borrando todo: las huellas de tu último paseo por el jardín… soy viejo. Me desmorono. Te abandono. Me deshago como esas pastitas horrorosas que intentamos inventarnos para el té y que no servían, no servían, demasiado azúcar, dije yo, y tú que no, que no era el azúcar, que simplemente la masa no ligaba.
Pues eso.

Acabemos ya. Quizá así la noche se recupere de su letargo, el tiempo de esta herida se ponga en pie, y ande, tus sandalias amarillas, el sol, amanecer.

Es un buen final para los dos, Luisa. El consuelo de saber darle cuerda al reloj. Esta noche olvidé cómo se hace, pero seguro que guardo un manual de instrucciones en algún cajón. No guardes tú esta carta.

Voy a cerrar la puerta.
La cierro.
Le paso el cerrojo, una vuelta, dos vueltas…
Ya.

Ya.


Tu Cronopio








3 comentarios:

  1. Me ha encantado, Eva! Te juro que pensé que iba a firmar un cronopio la carta a Luisa y de pronto, zas, tu cronopio... Un besazo!

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  2. Uauuu!!!! ......... oooohh!!!! Sí!

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  3. queridas din y paula, me alegro de que disfrutasen la verboborracherita del cronopio. besos

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