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viernes, 11 de marzo de 2011

El Rap de Lady M_ o una noche en el teatro


Mi amiga y gran dramaturga Laura Freijo está de reestreno. En el Teatre Tantarantana (para los que viven en Barcelona cerca del Paralel, calle emblemática que en su día contó con 40 teatros salpicados en su larga geografía entre Plaza de España y las aduanas del puerto) luce en cartelera desde ayer jueves 10 de marzo, hasta el domingo 13, su inquietante y divertidísimo texto, El Rap de Lady M. Con Laura, formando equipo artístico y cocinando la puesta en escena, han estado la directora Ariadna Martí (también trapecista y mujer adorablemente pecosa, decidida a tomar riesgos y hacer dobles saltos mortales sin red) un fantástico elenco de actrices (Gran Carme, Gran Carla, y Grandes todas las demás) y actor (Gran Eduard) además de ese equipo en la sombra de grandes profesionales artísticos y técnicos, ya que este montaje maneja elementos como la música en directo y la videoproyección y tiene una voluntad de manejar la complejidad de lenguajes con finura y precisión.

El texto de Freijo es sorprendente, pues consigue un tono en el que mezcla dosis de absurdo, de salvaje crudeza, de tragedia, de carcajada y de hilaridad surrealista. Un texto contundente con grandes dosis de imaginación expresiva que reposa sobre elementos muy clásicos: la tragedia griega y los dramas históricos de Shakespeare. Nuestra astuta dramaturga despedaza y selecciona algunos referentes de esas fuentes clásicas y además insufla un hálito apocalíptico, un aire de sagrada escritura, lo que hace que el texto esté muy bien basamentado y que mantenga unos acordes de tono profundo y sombrío. Pero la melodía está pintada con una paleta de colores puros, estridentes, casi festivos, y eso es lo que hace que estemos con la risa inteligente y descacharrante buena parte de lo que dura la obra.

No es un texto fácil de cabalgar en su traducción escénica, pues desborda talento y maneja un lenguaje frontera, una especie de escatología verbal que raya en la encrucijada de los géneros. Al Rap de Lady M le va bien que le apoyen en sus excesos, en su danza macabra, en esa risa dislocada, desolada y aulladora. Me gusta mucho como la autora combina la falsa épica de un coro mutante (ahora amigo, ahora enemigo, siempre musical), el ágora pública de la tragedia griega donde todos los pecados son expuestos y exhibidos a la luz del pueblo (el juicio en programa de televisión) y donde no puede haber sombra de recato o lugar para la psicología intimista del teatro burgués, y esos momentos, pocos, que busca la soledad confesional de la protagonista. Es en el momento del monólogo insomne de Lady M, cuando el escenario queda vacío de voces y estímulos y sólo tenemos para guiarnos en la penumbra el relato atroz de sus pesadillas, cuando la fuerza de las palabras convoca al escenario a cientos y cientos de personajes ausentes. Creo que aquí el recurso es especialmente difícil y feliz, pues así como Macbeth nos hacía ver cómo todo un bosque era capaz de avanzar hacia su castillo, Lady M pone rostros y cuerpos a la pulsión más escalofriante del ser humano: la violencia cruda, el afán de destrucción sobre el otro.

Así que ahí estaba yo ayer, estrenando zapatos y tan contenta de disfrutar de ese espectáculo, esa musical patada en el culo, que desde aquí recomiendo. En el vestíbulo del teatro muchas caras conocidas y amigas (y también desconocidas. El teatro estaba lleno al 100%, un gozo). Nuestra maravillosa dramaturga, de riguroso negro y con las uñas salpìcadas de rojo, fue besada y felicitada y abrazada… y disfrutada y conversada alrededor de unas cervecitas y una insólita fuente de fresas gigantes con que nos sorprendió Caperucita Urroz.

Las fresas, un buen ágape para refrescar el paladar después de esta pieza ácida y con ese gusto a labio partido. Era algo así como comulgar un pezoncillo frutal, algo rosadamente femenino, bello y delicado. Una expresión en la materia del alma tremendamente hermosa, pura, esencial, que con voz casi transparente conforma el hilo central que atraviesa la obra.

1 comentario:

  1. Querida Eva,
    eres muy generosa con nuestro trabajo. Muchas gracias y un abrazo enorme

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