de nácar,
las paredes bivalvas de las manos, abriéndose
a la marea de silencio, cerrándose
y atrapando
pequeños silencios
de oscura paciencia
el tejido de los muchos días y las noches muchas vividos, sudados, encarnados,
una entretela espesa y con escamas
basurillas
rodando y rodando por adentro del silencio
de nácar y oscura paciencia
de la extraña matriz de la oración
nace la perla
hoy pongo la perla, la mano y el perdón.
hacen falta más oraciones, más poemas, más poesía... Gracias, Evita
ResponderEliminarMuy bella...
ResponderEliminarBesos