oración

si yo fuera peregrina de mi misma
si llegara a la dulce
posada esmeralda
del corazón

miércoles, 27 de abril de 2011

Recuerdo con los ojos de Matisse

Toda esa tierra es naranja, seca, deja los pies llenos de polvo, la garganta dolorida de sed. Las montañas, peladas, están oradadas con bocas, negras, cuevas donde duerme su sueño el vino, bodegas, húmedas criptas con pelo. Hay una escalera para ascender la montaña, la barandilla roñosa, oxidada, temblona. Al final de las escaleras han aplanado la tierra, la han violentado con cemento y ladrillo, una terraza, para ver, ¿qué?
Me veo allí, los pantalones cortos, las rodillas despellejadas, heridas, costras duras, como las conchas de los caracoles, enfermos, que ascienden lentos por la pared. La pared imposible que contiene la montaña, que la detiene, para que no caiga sobre mi cabeza. Oh, sobre mi cabeza sigue la montaña, el cielo es con hierbas, matojos que huelen áspero, y almendros, un mundo vertical y duro y gris y viejo, también sabe a polvo, sus frutos, encerrados, avaros.
El silencio es ciego de luz, una bofetada de sol y de siesta, y tiene un corazón horrible, sostenido, ese grito de la chicharra que duele tanto. Yo me derrito de silencio y calor, mis manos sudor, mi rostro una masa, también naranja y arenosa, como la carne de la montaña. La estela de un avión, rasgando cielos, las rallas de mi camisa, azules, y una pequeña brisa que apenas mueve las hierbas altas sobre mi cabeza, para no morir.

1 comentario:

  1. Encuentro que es una descripción impresionante, desgarrada, bella. ¡Cómo me gusta!

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