oración

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si llegara a la dulce
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del corazón

jueves, 3 de marzo de 2011

SANDRINE_diario de una niña y su gato_ 4, el encuentro

Sandrine pela naranjas. Ha subido a la azotea con un capazo de paja lleno de fruta. Esta tarde celebran el cumpleaños de la tía, y a la tía le gusta poner brochetas de colores (se trata de ensamblar distintas frutas en un mismo palo fino, como si fuese un pequeño estandarte de piedras preciosas.) Sandrine  se ha ofrecido a ayudar con las naranjas. Va sacando la peladura y divide los gajos, que a veces lagrimean y le dejan las manos dulces y ácidas.

Sandrine mira los gatos de los tejados vecinos. Están en celo y causan un alboroto escalofriante. Sin embargo hay uno tranquilo, apartado del grupo, que la está mirando fijamente.

La tarde empieza su desmayo de luz. Hay un poco de viento y de papelitos por el aire. Lejos, la sirena de una ambulancia, pasa. Lejos, una nube en forma de pez, pasa. Sandrine pela soles de poniente y los desgarra. El gato solitario mueve la cola. De pronto, ella se levanta y lo llama, grita ¡Nohome!

Hay un poco de eco entre las paredes encaladas del barrio viejo. El gato tranquilo levanta las orejas, responde ¡Miau!

Los separa el abismo de la calle, el río del abismo con su fondo de coches y pececillos gente de altos tacones. Sin embargo se han encontrado. Esa noche Sandrine escribe en su diario:

“He quitado la piel a tres kilos de soles chinos, los he abierto en muchas partes, sin romperlos, he inventado así unas nuevas gemas preciosas en forma de pequeño balancín. Creo que soy una sacerdotisa antigua, y eso me da un poco de miedo. Pues he encontrado a mi gato. No sabía que me correspondía uno, pero el destino es así, no envía cartas de aviso. Debería estar contenta pero tengo doce años y me resulta muy incómodo moverme dentro de ellos. Yo antes era una niña clara pero ahora soy una ¿? turbia. No sé que soy, estoy a medias como entre dos destinos, estoy frontera. No sé por qué mi gato se llama Nohome, pero así me ha salido. En la fiesta de la tía querían que bailara, que me lo pasara bien. Ponían tanto empeño que no he sabido hacerlo. A mis espaldas deben decirme “la pobre huérfana”. No creo que sepa hacer bien de “pobre huérfana”, ni tan siquiera sé si voy a saber hacer bien de mí. Mi cara está cambiando, el cuerpo hace cosas raras, se hincha, sangra. Creo que soy una sacerdotisa antigua y ahora he encontrado a mi gato mágico. Yo antes vivía en tierra firme y ahora vivo en arenas movedizas. ¿Qué va ha ser de mí?


2 comentarios:

  1. Una debe aprender a convivir con el ser del tiempo que también es. Sandrine, eres una sacerdotisa antigua, no tengas miedo, ya te irá guiando, poco a poco, sin prisas. Un beso, preciosa!

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  2. ¡Qué bueno que hayas encontrado a tu gato!

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